viernes, 6 de mayo de 2016

El día más feliz de tu vida

El día más feliz de mi vida no será, sin lugar a dudas, aquél en el que me case (si es que lo hago).
Ni ése en el que de a luz a un hijo/a (joder, parir duele, y mucho).
El día más feliz de tu vida no será el que te venden los cuentos, ni las dietas, ni las películas de "amor", ni las expectativas de tus padres, ni siquiera el que tú mismo planeas o fantaseas.

El día más feliz de tu vida será aquél en el que escribas el último punto de aquel libro que siempre quisiste parir (que puede que duela, pero no tanto).
O puede que sea el día en el que la mandíbula se te cae al suelo del asombro al ver una aurora boreal.
O tal vez el día en el que, tras tanto intentarlo, el test de embarazo dice "sí". O en el que, tras tanto suplicárselo al destino, el test de embarazo dice "no".
O ese día en el que presencies un acto genuinamente altruista y recuperes la fe en el ser humano.
O aquel en el que apruebas la oposición a la que has dedicado los últimos trescientos mil llantos y sudores de tu vida.
O quizás el día más feliz de tu vida sea ese en el que ves a tu madre, que daría hasta sus entrañas por ti, disfrutar del día más feliz de su vida.
O a lo mejor es el día en el que gozas el orgasmo más indescriptible del mundo.
O el día en el que el alivio te parte el alma cuando el médico dice "todo ha ido bien" o "está curado",
O ese día en el que te despiertas y te das cuenta que  has desintegrado a esa depresión que venía lastrándote los últimos meses.
O el día de ese ansiado reencuentro.
O el de ese abrazo interminable e inesperado.
O el día que te tocas el pecho y sabes que tu corazón ha dejado de estar roto.
O el día en el que por fin el espejo te devuelve lo que tú sientes que eres, ya sea hombre o mujer.
O el día en el que descubres cuál es la pasión que bombea tu caminar.
O el día en el que sabes que la revolución ha valido la pena.
O el día en el que aprendes a volar con los pies en la tierra.
O el día en que se te hincha el pecho de orgullo cuando tu hermano alcanza su sueño.
O el día en el que, al fin, te perdonas aquello que hiciste.
O en el que consigues batir tu propio récord personal de carcajadas en un día.
O ese en el que no te avergüenzas, en el que no te da ni una chispa de miedo ser tú.
O ese en el que tus oídos se escuecen del gusto al ir a un concierto que te estremece.
O en el que hagas partirse de risa a tu abuela cuando más lo necesita.
O en el encuentras a tu perro que se había perdido.
O en el que te llaman por primera vez "tito" o "tita".
O en el que decides que estás mejor sola, y le das un portazo en la cara a esa persona que tan pequeña te ha hecho sentir.
O el día en el que sueltas ese "te quiero" que tanto tiempo tenías escondido en la garganta.

O puede que el día más feliz de tu vida sea, simplemente, aquél en el que en ninguno de sus 86400 segundos encuentres un motivo para no sonreír.

El día más feliz de mi vida puede que esté aún por inventar.

¿Cuál será el tuyo?


>Mireya<



lunes, 7 de marzo de 2016

El vaho.


Llevaba esperándola mucho tiempo... mucho.
Había soñado con ella miles de veces, casi desde que empezó a jugar con muñecas.
No tuvo suerte, tampoco supo buscarla. Se quedó al lado de ese impresentable que apenas la dejaba salir sola y se reía de su pelo fino y escaso, como si ella tuviera la culpa o pudiera hacer algo por remediarlo.

Dejó de hacer ruido al moverse y casi a la vez se le fue tostando la piel. Alrededor de los ojos sus arrugas cogieron forma de dunas, por un intento loco y desesperado de que de esa forma se le pudieran reabsorber las lágrimas.
Se comió sus risas espontáneas y aún así, él la tenia en el bolsillo derecho del pantalón. No se podía escapar, le había hecho tan pequeña que ya ni siquiera llegaba a agarrase de las costuras para ver que lucía fuera.

Al principio  no entendía como él podía ver la tele mientras ella lloraba la rabia y la pena contenida que se desbordaba por cada milímetro de ser. Ahora casi le aliviaba; era mejor que escucharlo con esa manera que tenía el de arroparla, que no era eso sino que la pisaba, la pisaba tanto que al meterla debajo de la alfombra ésta no subía de nivel

Estaba esperando  que un día la vena aorta de los sentimientos se le rompiera sin derramar gota alguna, no fuera a estropear algún mueble y lo tuviese que limpiar con un cepillo de dientes mientras le repetía lo imbécil que era, que ni siquiera sabia explotar por dentro bien.


Hace nueve meses y siete días que dejo de menguar y empezó a crecer. Y le brotó en el vientre una esperanza y unas ganas de vivir que nunca antes había tenido (o al menos ya recordaba).
A veces pensaba si sería justo traerla a su mundo, pero otras dudaba y ya no podía pensar, no tenía la certeza de que supiera pensar. El " cállate, tú que sabrás" le rebotaba entre los huesos del cráneo para desordenarle las ideas y agujerearle la poca fuerza que hubiera podido juntar.
Era un cambio en el que se aferraba, como las lapas, que es estúpido querer separar, porque las intentas coger y resbalan, y ellas ahí, recibiendo toda la fuerza de las olas y ni se inmutan. Es por donde pudo escapar, más que escapar, esconderse.

Murió a los doce días, en el mismo hospital que la vio nacer. Se fue con mil te quieros en los oídos, con el calor de un abrazo tan profundo que este nunca se desprende. Se llevó la esperanza, la fuerza, la ilusión  y dos vidas que hubiesen crecido a la par. Ella perdió lo que aún no podía creer que iba a ganar.
Explotó por dentro.
Ni siquiera dejo vaho en el cristal, así que él no se dio cuenta.


{{María}}

martes, 9 de febrero de 2016

¿Y ahora?

Lo olvidaste. Si no tienes una meta no caminas: deambulas. Seguiste hacia delante, impulsándote por la rutina en vez de la ilusión. Sin mirar hacia detrás pero tampoco hacia adelante. Cambiaste la ambición por la comodidad. Por el miedo al aburrimiento, olvidaste dejar en tu agenda un hueco para ti y para tus sueños. Las elecciones se transformaron en obligaciones, y en vez de llenar, amordazan. Tus carcajadas son simulacros, y tus palabras están envasadas al vacío. 
Quieres diseñar un plan de huida de ti. Pero encajaste también todas tus tareas que no tienes tiempo. 
Todo tan bien organizado, y olvidaste crear una salida de emergencia. Un "rómpase en caso de incendio".
Y ahora... ¿lo hueles? Apesta a desidia e inercia. A estar por estar. A beso por costumbre. A que llega la noche y tus sueños se vuelven majaretas, para proporcionarte las dosis de vuelo que toda alma sana necesita. Apesta a que si de repente tuvieras en tu mano todo el tiempo del mundo no sabrías en qué gastarlo.
Ahora, 
dime, 
¿quién te va a salvar de ti?


>Mireya<

martes, 2 de febrero de 2016

Minibiografía en sol mayor.

Nos conocimos con 15 años. La primera vez que la vi, pensé que parecía una spice girl con sus mechitas rubias y complementos.Yo era más algo en plan Avril Lavigne, así que no pensé que fuéramos a congeniar.Al año siguiente empezamos bachiller.
Por suerte el estilo fue cambiando, comenzamos a compartir cosas: como frases cursis EsCriTaS AsI (no sé porqué pero eso era lo que nos molaba), tiempo y música. Nuestra relación ha ido cambiando, pero nunca hemos llegado a alejarnos, es distinto pero auténtico.

Antes discutíamos más, eramos horriblemente eternas. No estudiamos para abogadas porque hacía tiempo que habíamos traspasado ese nivel, siempre cargadas de argumentos irrefutables. Ahora ya no lo hacemos casi nunca : crecimos,respetamos y disfrutamos todo lo bueno intentando no exigir nada.
Aquí vamos a compartir espacio, porque compartir es vivir.


Quizás dentro de unos años escriba: compartimos un blog (no sé porqué pero eso era lo que nos molaba)
Y nos reiremos de nosotras.

((María))

*Deja que la locura sea cultura*

María y yo nos conocimos a través del teatro. Al principio ella congenió más con Raquel, que fue la que nos acercó y nos permitió conocernos. Siempre he sido de cocer a fuego lento los grandes lazos. Nos conocimos con 15, pero no nos hicimos inseparables hasta que años más tarde, decidimos revivir la etapa quinceañera a nuestra manera, y juntas. Ella me hizo mi primera rasta y me regaló un montón de canciones. La primera vez que disfruté un concierto o fui a un festival, fue a su lado. Nos unieron las palabras, a las que ambas siempre le hemos dado una preciosa importancia. Desde entonces nos hemos visto rompernos y recomponernos una y otra vez, hundirnos en las tormentas y resurgir de las cenizas. Nos hemos visto cambiar y mantener la esencia. Unas veces más lejos y otras más cerca, aún estando cada una en un país distinto, hemos encontrado el momento para hablar y compartir. Y con el paso de los años hemos alcanzado una de las cimas más complejas, pienso yo, de nuestra amistad: comprendernos, aceptarnos tal y como somos, y acoplarnos en esa adaptación de manera que todo sea muy sencillo. Con la confianza y honestidad para decirnos siempre lo que pensamos y la libertad de poder ser la una con la otra, sin miedos, sin exigencias.
Nos unieron las palabras, y hoy nos abrazan con más fuerza aún, con este blog.


Lo que fuimos: dos chiquillas con el mundo por delante para bailarlo hasta tener agujetas.

*Chiquilla, venga vente conmigo. Te puedo cantar canciones que te harán sentir bien. Y aunque al final mañana todo vuelva a su sitio, hoy estamos aquí y aún quedan muchas cosas que hacer.*


Lo que somos: niñas en cuerpo de mujeres a las que no se les gastan las ganas de echar a volar.

*Niña voladora.. a mí me encanta cuando me bailas! Tú y yo si tú quieres...compañeras diferentes.*


-Mireya-